La fiebre del eucalipto: especulación y fuego en Galicia
l árbol, una especie inflamable que se reproduce con las llamas, ya ocupa el 28% del monte de la región impulsado por las políticas del Partido Popular gallego.
l árbol, una especie inflamable que se reproduce con las llamas, ya ocupa el 28% del monte de la región impulsado por las políticas del Partido Popular gallego.
Los ciberataques contra sectores críticos en Europa se duplicaron en 2020 ayudados por la digitalización que trajo la pandemia. La mayoría de incursiones siguen viniendo de Rusia. Y aunque la UE trabaja para cerrar agujeros, la invasión de Ucrania amenaza con intensificar la ciberguerra.
A pesar de las esperanzas depositadas en esta tecnología, las aplicaciones apenas han servido para rastrear el 5% de los contagios registrados durante su periodo de actividad en la Unión Europea. La falta de confianza de los ciudadanos ha sido un obstáculo insalvable.
Los países europeos se pasaron meses debatiendo sobre cómo gestionar los datos recopilados por las aplicaciones de rastreo. La falta de consenso, junto con el lanzamiento de Apple y Google de su propio sistema, impidió el lanzamiento de un protocolo único entre los Veintisiete. Pero lo cierto es que Europa priorizó siempre la protección de los datos de los usuarios.
La Agencia de Ciberseguridad es la encargada de construir una defensa común, sin fisuras, contra los ciberataques en la Unión Europea. Y aunque en sus inicios lo tenía todo en contra para lograrlo, remodelación tras remodelación ha conseguido erigirse en la punta de lanza de Bruselas contra los cibercriminales.
La crisis de la covid-19 ha dado el empujón definitivo a la sociedad digital. Gran parte de nuestro día a día sucede ahora en el entorno digital, lo que provoca que los Estados miembros sean mucho más vulnerables a los ciberataques. Para neutralizarlos, la Comisión Europea presentó en diciembre de 2020 su nueva Estrategia de Ciberseguridad.
Los Estados miembros han interpuesto 880 sanciones desde que la norma comenzó a aplicarse, en mayo de 2018, pero la batalla contra las grandes tecnológicas acaba de estallar. Si la UE no quiere perderla, tendrá que lograr la implicación, traducida en inversión y cooperación, de todos sus miembros.
Nacionalizar empresas ha dejado de ser un tema tabú en la Unión Europea. Tras las privatizaciones de los años noventa y principios de siglo, la crisis económica de 2008 devolvió el protagonismo a la propiedad estatal, y ahora el coronavirus ha abierto la puerta de las principales empresas europeas al capital público. Pero en el nuevo amanecer de las compañías estatales, países como España se descuelgan de las potencias de la Unión.