En los últimos cincuenta años, las temperaturas han aumentado más de 2 °C en más de 35 000 municipios europeos. En Europa, ya se trate de grandes ciudades o de pequeños pueblos, ningún recoveco se libra de la crisis climática. Sin embargo, los ciudadanos están alzando la voz y aquellos al poder finalmente están tomando medidas.
Una investigación realizada por DW ha descubierto que dos tercios de los compromisos realizados para ser más ecológicos en materia de plásticos fracasan o se abandonan. Así es cómo las empresas de alimentación y bebidas rompen sus propias promesas, y cómo la legislación podría responsabilizarlas.
La demanda de los centros de datos, infraestructuras que almacenan buena parte del mundo digital, no deja de crecer en la Unión Europea. Mientras el negocio alcanza cifras récord, también lo hace la preocupación por sus problemas de sostenibilidad energética y su opacidad.
En principio, el periodo 2020-2021 en Europa iba a marcar un hito en la lucha contra los residuos plásticos, uno de los problemas más urgentes de nuestro siglo, pero la llegada del nuevo coronavirus con sus mascarillas, guantes y embalajes anticontagio amenaza con hacernos dar un paso atrás.
Varias entidades financieras de países europeos han suministrado grandes cantidades de dinero a empresas productoras de aceite de palma responsables de los incendios ilegales y posiblemente de la deforestación en Indonesia.
Los datos sobre el calentamiento global apuntan a que muchos resorts costeros europeos situados en el Atlántico y en el Mediterráneo podrían perder sus playas debido a la erosión del litoral, causada por el aumento del nivel del mar y la actividad humana.
Nuestro análisis se centra en el aumento de la temperatura promedio de aproximadamente 100 000 municipios europeos. Para analizar el impacto del calentamiento global a escala local, se compararon los valores de la temperatura media de los años sesenta con los de la década del 2010.
El régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea (RCDE UE), el principal mecanismo de la UE para desincentivar las emisiones de CO₂, no parece haber obtenido los resultados deseados. Los principales grupos industriales, a menudo con el apoyo de sus propios gobiernos, se benefician de los puntos débiles del sistema mientras continúan produciendo energía con combustibles fósiles.
La producción energética es la actividad humana que peor impacto tiene para el medioambiente en Europa, en cuanto a emisiones de CO₂ se refiere. Aunque las emisiones de carbono de la Unión Europea están disminuyendo, sigue habiendo muchos obstáculos en el camino para alcanzar una neutralidad climática. Mientras tanto, al este, se planea construir doce plantas de carbón en el futuro próximo.
Mientras las instituciones públicas luchan por implementar sus planes de manera efectiva, los bancos privados siguen sin poner de su parte. Teniendo en cuenta la lentitud y los crecientes obstáculos a los que se enfrentan las finanzas públicas, además de la falta de fiabilidad del sistema privado, ¿podemos considerar que el futuro de la transición energética esté asegurado?