Los gigantes de Silicon Valley absorben cerca del 70% de los beneficios que genera el mercado de la computación de la nube en Europa. Pese a los problemas que las compañías norteamericanas han tenido con la RGPD, una parte de este dinero sigue llegando a través de jugosos contratos públicos.
La demanda de los centros de datos, infraestructuras que almacenan buena parte del mundo digital, no deja de crecer en la Unión Europea. Mientras el negocio alcanza cifras récord, también lo hace la preocupación por sus problemas de sostenibilidad energética y su opacidad.
Cuando se habla de explotar la información personal, todo el mundo piensa primero en Meta, Google o Amazon. Pero, cuando te das de alta en una tarifa, estás entregando muchísima información a las telecos
Los ciberataques contra sectores críticos en Europa se duplicaron en 2020 ayudados por la digitalización que trajo la pandemia. La mayoría de incursiones siguen viniendo de Rusia. Y aunque la UE trabaja para cerrar agujeros, la invasión de Ucrania amenaza con intensificar la ciberguerra.
Se están tomando medidas para aumentar la transparencia en el tratamiento de datos personales de los usuarios en Internet, pero los principales anunciantes digitales siguen utilizando prácticas intrusivas que intentan influir en el comportamiento de las personas. La regulación europea sobre protección de datos podría mitigar el problema, pero su aplicación es limitada.
An exclusive investigation reveals that Instagram prioritizes photos of scantily-clad men and women, shaping the behavior of content creators and the worldview of 140 millions Europeans in what remains a blind spot of EU regulations.
A lo largo de los años, las grandes empresas digitales, las «Big Tech», se han transformado de simples plataformas a importantes actores internacionales con motivaciones económicas y políticas y con muchos contactos. Es importante empezar a abordar la influencia que estas empresas tienen en las elecciones de los países europeos.
El drástico aumento de los gastos de cabildeo de los gigantes tecnológicos ha perjudicado las leyes europeas de privacidad, tradicionalmente calificadas como estrictas, y ha cedido un mayor poder a las compañías.
Prácticas como la recolección masiva de datos, el seguimiento por geolocalización o el reconocimiento facial se han normalizado en una época de miedo generalizado al contagio. Sin embargo, la imposición de aplicaciones de rastreo de contactos incrementará estas amenazas a la privacidad, a la libertad y a la democracia.
Las redes 5G que se están implantando por toda Europa pueden proporcionar a los ciudadanos urbanos una vida sostenible, menos tráfico y una seguridad rigurosa, pero la tecnología también puede suponer un terreno proclive a la vigilancia masiva.