Hablar más de un idioma es todavía un privilegio en Europa

En mayo de 2019, el Diario Oficial de la Unión Europea (UE) hizo público un documento titulado “Recomendación del Consejo relativa a un enfoque global de la enseñanza y el aprendizaje de idiomas”. Según el Consejo de la Unión Europea, es fundamental que los ciudadanos europeos hablen al menos dos idiomas extranjeros además de su lengua materna.

Published On: diciembre 30th, 2019
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Hablar más de un idioma es todavía un privilegio en Europa

En mayo de 2019, el Diario Oficial de la Unión Europea (UE) hizo público un documento titulado “Recomendación del Consejo relativa a un enfoque global de la enseñanza y el aprendizaje de idiomas”. Según el Consejo de la Unión Europea, es fundamental que los ciudadanos europeos hablen al menos dos idiomas extranjeros además de su lengua materna.

Photo: PxFluel CC0

En mayo de 2019, el Diario Oficial de la Unión Europea (UE) hizo público un documento titulado “Recomendación del Consejo relativa a un enfoque global de la enseñanza y el aprendizaje de idiomas ”. El objetivo del Consejo es tan sencillo como fascinante y ambicioso: se considera esencial que los ciudadanos de la Unión Europea conozcan al menos dos idiomas extranjeros, además de su lengua materna. 

Ya desde la fundación en 1951 de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), los seis países miembros iniciales (Italia, Francia, Alemania, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo) reconocían a cuatro lenguas como idiomas oficiales: el italiano, el francés, el alemán y el neerlandés. Con la ampliación de la Comunidad Europea, el número de los idiomas oficiales creció: en el 1973 fueron añadidos el inglés y el danés y, en los años ochenta, también se sumaron el griego, el español y el portugués. Este grupo fue posteriormente ampliado hasta alcanzar las veinticuatro lenguas oficiales y más de sesenta lenguas minoritarias y regionales actuales, un resultado al que se llegó tras la ampliación de la Unión Europea (UE).

El multilingüismo es uno de los principios fundacionales de la UE. Las instituciones europeas consideran al multilingüismo, por una parte, como la capacidad de cada uno de expresarse en más idiomas (el llamado plurilingüismo); por la otra, como la reafirmación de la coexistencia de distintas comunidades lingüísticas yuxtapuestas en una determinada área geográfica. 

Además de sus implicaciones comerciales e industriales directas, promover el aprendizaje de los idiomas significa favorecer el recíproco entendimiento entre personas de distintas culturas, facilitar los debates públicos transnacionales y reforzar la identidad europea. Dicho de otra manera, el multilingüismo posee una dimensión estratégica para Europa y, así como señala el Consejo de la UE, “la competencia multilingüe constituye el núcleo de la idea de un Espacio Europeo de Educación” .

Sin embargo, en la actualidad, el aprendizaje de las lenguas por parte de los europeos es todavía un proyecto que existe en el papel. Observando los datos de Eurostat, poco más de la mitad de los ciudadanos europeos se declaran capaces de poder mantener una conversación en un idioma distinto del suyo; solo uno de cada cinco tiene la capacidad de expresarse en otros dos idiomas además de su lengua, y apenas uno de cada diez se desenvuelve en más de tres idiomas. Los porcentajes, claro está, varían según el país, la edad y la situación laboral de cada ciudadano (aunque no hay grandes diferencias de género). Por ejemplo, si el 73% de los ciudadanos entre los 25 y 34 años hablan al menos otro idioma, este porcentaje cae considerablemente entre los individuos más ancianos, y baja hasta el 55% en los ciudadanos de entre 55 y 64 años. No es una sorpresa. Según Eurostat, el inglés es la lengua extranjera más hablada y conocida en la UE y la más estudiada en las escuelas primarias y secundarias inferiores (cerca el 98% de los estudiantes). En segundo lugar se coloca el francés (33% de los estudiantes), seguido por el alemán (23%) y el español (17%). 

En muchos países, Italia incluida, el aprendizaje del tercer idioma está creciendo. El francés es estudiado como tercer idioma extranjero por el 50% de los estudiantes de las escuelas secundarias inferiores de Irlanda, Italia, Países Bajos, Rumanía y Portugal. El alemán es estudiado como tercer idioma extranjero por más de la mitad de los estudiantes de Danimarca y Polonia, mientras que el español es elegido por alrededor de la mitad de los franceses. El italiano, en cambio, es estudiado por el 57% de los estudiantes malteses, por el 10% de los franceses y por el 4% de los franceses. 

Sin embargo, estos datos no son suficientes para entender la situación. También sería importante saber cuántos de estos estudiantes aprenden realmente lo que se les enseña y cuántos se sienten animados a practicar los idiomas extranjeros que estudian. Pues, si bien los datos oficiales sobre el aprendizaje de los idiomas extranjeros son alentadores, otros informes señalan importantes desigualdades entre los estudiantes de los distintos países europeos. Un estudio de 2012, que analizó el aprendizaje de los idiomas extranjeros de los estudiantes europeos, concluyó que los resultados son muy variados. Por ejemplo, el 82% de los estudiantes suecos demostró tener un buen manejo del inglés, mientras que tan solo el 27% de los españoles y el 29% de los polacos lograron ese resultado. Además, algunos países como Italia todavía no han sido evaluados (sus datos aparecerán en otra investigación, cuya publicación se prevé para los próximos años).

Un mosaico complejo

Según Nathalie Baïdak, coordinadora del departamento de Análisis e Investigación de Eacea, la Agencia Ejecutiva de Educación, Audiovisual y Cultura (que gestiona los programas y las actividades por cuenta de la Comisión Europea), la realidad es un mosaico complejo. 

“Por un lado asistimos a una alentadora caída en la edad promedio de inicio del estudio de los idiomas extranjeros. Hace veinte años los niños empezaban estos estudios a los 10-11 años, mientras que hoy comienzan a los 6-8 años en casi todos los países”, explica Baïdak. “Por el otro, observando los datos, se descubre que existe una enorme desigualdad entre los países y que todavía hay que mejorar en la enseñanza de la segunda lengua extranjera”, añade. 

De acuerdo con esta analista, hay dos factores principales que determinan el éxito en el aprendizaje de los idiomas extranjeros: la eficacia del sistema escolar de la enseñanza de los idiomas extranjeros y la posibilidad de contacto de los estudiantes con estos idiomas en el contexto en el que viven. Por eso, además de potenciar la enseñanza en las escuelas (por ejemplo a través de mayores inversiones en la formación de docentes y para la continuidad de la enseñanza en las escuelas primarias y secundarias), es útil favorecer que los estudiantes entren en contacto de una forma más profunda con los idiomas extranjeros, por ejemplo, a través de la difusión de películas con subtítulos y no dobladas, como acontece en los países del norte de Europa. De esta manera, Internet y las películas ‘on demand’ han facilitado el aprendizaje de los idiomas, sobre todo del inglés.

Los últimos estudios de Eurydice (la Red Europea de Información sobre las Políticas y los Sistemas Educativos, cuya finalidad es ayudar a los políticos de los Estados miembro con informaciones actualizadas y verificadas, útiles para eventuales reformas en cada país) también hacen reflexionar sobre la necesidad de replantearse la posibilidad de introducir enfoques y formas de enseñanza ‘ad hoc’ en un mosaico tan rico como complejo como es Europa. 

De hecho, el informe de Eurydice “Cifras claves de la enseñanza de lenguas en los centros escolares de Europa” analiza sesenta indicadores para el estudio de los idiomas extranjeros tomando en cuenta algunas variables, entre ellas la oferta de clases en los idiomas estudiados en los programas escolares de la escuela obligatoria, las horas efectivamente dedicadas a la enseñanza de estas lenguas, la movilidad transnacional de los docentes y de los estudiantes, y el sostén lingüístico del cual se benefician los estudiantes inmigrados recién llegado al país en el que estudiarán el nuevo idioma.

“Italia ha registrado mejoras en este ámbito. Por ejemplo, desde 2003, la enseñanza del inglés es obligatoria a partir del primer año de escuela primaria. Además, los estudiantes italianos, como alrededor del 60% de los estudiantes europeos, están empezando a aprender la segunda lengua extranjera ya en el instituto”, explica Simona Baggiani, analista de los sistemas y de las políticas educativas europeas de Eurydice y miembro de la agencia Erasmus+ e INDIRE (Ricerca per l’innovazione della escuela italiana, en italiano). 

Sin embargo, como acontece en otros países de Europa, también en Italia el aprendizaje de los idiomas extranjeros varía según la región. De acuerdo con el informe Invalsi de 2019, los estudiantes del norte de este país registraron mejores resultados en la comprensión del inglés que los del centro y sur de Italia. Un resultado, este, similar al de otro estudio, el del informe PISA (Programme for international student assessment, en inglés), el cual evidenció que los estudiantes de la Italia septentrional tuvieron mejores resultados que la media de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, mientras que los del sur se situaron por debajo.

También hay que tomar en consideración que hay otros elementos importantes para el aprendizaje de los idiomas en las escuelas. “Entre estos despunta el programa Erasmus+ y todos aquellos programas de la UE que incentivan la movilidad transnacional de los estudiantes (no solamente los universitarios, sino también los de las escuelas secundarias)”, explica Baggiani. La movilidad de los estudiantes es un factor fundamental para la adquisición de unas mejores competencias lingüísticas. Sobre esto la UE ha prometido inversiones por unos 30.000 millones de euros entre 2021 y 2027, con el objetivo de que el programa sea más inclusivo. Sin embargo, será necesario un esfuerzo todavía mayor para que aumente el número de ciudadanos europeos capaces de poder mantener una conversación en más de un idioma, como recomendó el Consejo de la Unión Europea. 

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